lunes, 28 de febrero de 2011

Las espadas del Cid

Cuando sus hijas se casaron el Cid Campeador, regaló a sus yernos dos espadas como símbolo de aceptación en la familia. La espada Tizona y la espada Colada. 

La Tizona es una de las espadas  más célebres de El Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar (1043–1099). Según el Cantar de mio Cid pertenecía al rey Búcar de Marruecos y el Cid se la arrebató en Valencia.
 
La Colada, ganada en combate al conde de Barcelona, regaló esta espada (junto a la Tizona) a sus yernos los Infantes de Carrión.

       

El Cid y su Caballo


Según la Leyenda de Cardeña, elaborada en torno al Monasterio de San Pedro de Cardeña hacia 1270, fue el caballo sobre el que la esposa de El Cid montó el cadáver de éste para hacer creer a sus enemigos que seguía vivo. Después, Babieca no volvió a ser montado y murió dos años más tarde a la inusual edad de cuarenta años.  En el siglo XIII se documenta la tradición posterior que explicó el nombre del caballo aparecido en el Cantar de mio Cid a partir del significado que entonces tenía el término «babieca», que solo significaba 'necio' o 'tonto'. A partir de esa acepción se forjó la leyenda explicativa del nombre, documentada en en la Crónica particular del Cid, e imaginada en la infancia del héroe.

Biografía del Cid Campeador

                                           


                                           

Rodrigo Díaz nació en Vivar, pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de Burgos en 1043. Hijo de Diego Laínez, noble caballero de la Corte Castellana y de una hija de Rodrigo Alvarez. Descendiente es por línea paterna de Laín Calvo, uno de los dos Jueces de Castilla.
A los 15 años quedó huérfano de padre y se crió en la corte del rey Fernando I junto al hijo del monarca, el príncipe Sancho. Se educó en las letras y en las leyes, seguramente en el monasterio de San Pedro de Cardeña, lecciones que le servirían posteriormente para representar al mismísimo Alfonso VI.
Entre los años 1063 a 1072 fue el brazo derecho de don Sancho y guerreó junto a él en Zaragoza, Coimbra, y Zamora, época en la cual fue armado primeramente caballero y también nombrado Alférez y "príncipe de la hueste" de Sancho II.
A los 23 años obtuvo el título de "Campeador" al vencer en duelo personal al alférez del reino de Navarra.
Con la muerte de Sancho II en el cerco de Zamora y tras la jura de Santa Gadea tomada por Rodrigo al nuevo rey castellano, Alfonso VI, la suerte del Cid cambió y su gran capacidad fue desechada por la ira y envidia del nuevo monarca.
En 1081 el Cid es desterrado por primera vez de Castilla.Esta etapa duró unos 6 años los cuales fueron aprovechados por Rodrigo y sus hombres para hacer de Zaragoza su cuartel general y luchar en el Levante.





Vuelve a Burgos en 1087 pero poco duró su paz con el rey por lo que marchó de hacia Valencia donde se convirtió en el protector del rey Al-Cádir y sometió a los reyezuelos de Albarracín y Alpuente.
El almorávide Yusuf cruza en 1089 el estrecho de Gibraltar y el rey Alfonso pide ayuda al caballero castellano, pero por una mal entendido el monarca le destierra por segunda vez en 1089.
En los diez años siguientes, la fama del Cid se acrecentó espectacularmente. En menos de un año el Cid se hizo señor  de los reinos moros de Lérida, Tortosa, Valencia, Denia, Albarracín, y Alpuente.
En torno al 1093, matan a su protegido de Valencia Al-Cádir, ciudad que fue tomada por Ben Yehhaf. El Cid asedió durante 19 meses la ciudad y finalmente entró en junio de 1094.
Rodrigo se convirtió en el señor de Valencia, otorgó a la ciudad un estatuto de justicia envidiable y equilibrado, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la mezquita de los musulmanes.
En 1097 muere en la batalla de Consuegra su único hijo varón, Diego. El domingo 10 de julio de 1099, muere el Cid.

lunes, 21 de febrero de 2011

El Fuego Griego

El fuego griego era un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino creada desde el siglo VI, aunque su mayor uso y difusión sería tras las primeras cruzadas (S.XIII), e. Los bizantinos la utilizaban con frecuencia en batallas navales ya que era sumamente eficaz al continuar ardiendo aún después de haber caído al agua.